La pandemia nos ha dado un sinfín de titulares, y nos los seguirá dando; esta situación tan nueva y tan insólita en la que vivimos actualmente supone un auténtico pozo sin fondo, informativamente hablando.
¿Son necesarias noticias como los posibles y casi improbables efectos secundarios de una de las vacunas, cuando ya a millones de personas se la han administrado?, ¿repetir una y otra vez casos muy aislados de personas dramáticamente afectadas por el virus?, ¿afirmar que una variante es terriblemente mortal y, días después, sostener que una reciente investigación sostiene que no lo es tanto? Creo que los periodistas, las cadenas de comunicación, debemos hacer una interesante reflexión: ¿Qué queremos, informar o alarmar?, ¿son necesarias todas esas noticias? Quizá con ellas solo logremos un hartazgo en la sociedad hacia los informativos; quizá solo necesitemos saber lo realmente importante y no los casos más sensacionalistas o escuchar a los expertos que un día dicen una cosa y más tarde se retractan. Y es que, lamentándolo mucho, ya he escuchado a más de una persona decir “yo ya ni veo las noticias”. El cansancio hacia la información sobre la pandemia llegó hace tiempo, ¿es culpa nuestra, de los que informamos?, ¿hacemos bien al informar de absolutamente todo, cuando hasta las investigaciones, hasta los políticos y hasta los científicos dan palos de ciego ante una situación tan extraordinaria que nos ha pillado a todos sin experiencia alguna?
No se trata de ocultar información, se trata de ser transparentes y reflejar la realidad de lo que ocurre, pero sin sensacionalismos y haciendo un ejercicio de reflexión sobre lo verdaderamente noticiable en esta situación tan nueva en la que vivimos. A día de hoy se ha generado tal confusión, se han dicho tantas cosas que, y ahora hablo como ciudadana, uno ya no sabe qué creer. Y lo peor de todo es que, traspasando la información más “aséptica” de datos (medidas y restricciones, contagios, incidencias y el drama de los fallecidos), se está jugando con el miedo, con la desconfianza entre unos y otros, con la culpabilidad… De todo eso, creo muy a mi pesar, somos en parte responsables los medios de comunicación.
La forma de dar las noticias, la entonación…, todo cuenta, y si añadimos los titulares en los informativos o en las redes sociales de algunos medios de comunicación, generando una alarma que en muchas ocasiones no es tal, estigmatizando a según qué sectores de la población y culpabilizando a otros del aumento de contagios, y dando voz a un sinfín de expertos, ha hecho de la pandemia un verdadero circo mediático del que ya está harta la sociedad pero del que, lamentablemente, es muy difícil estar ajeno y nos afecta de lleno a nuestra vida.
A día de hoy ya es difícil discriminar entre la “información covid” realmente valiosa y la que no lo es. En este caso juega un papel importantísimo la ética en nuestra profesión y la plena conciencia de que tenemos una tremenda influencia en los ciudadanos, no abusemos de ella.