Cuando te quedas en el paro, tras muchos años de trabajo y una larga experiencia a tus espaldas, llega una sensación de vértigo e incertidumbre. ¿Qué hago ahora?, ¿qué va a ser de mí, profesionalmente hablando?

Decidí, casi en el mismo instante en que firmé la carta de despido, que iba a lanzarme a trabajar por mi cuenta, por mi cuenta y riesgo, porque el riesgo es importante tenerlo en cuenta. No podía dejar tirados en la cuneta la barbaridad de conocimientos adquiridos durante todos los años de trabajo, mi experiencia profesional y también personal. No quería dejarlos en el vacío y he de decir que, casi también desde el principio, descarté lanzarme al mercado laboral para buscar un empleo; mi situación personal y familiar (madre de tres hijos aún pequeños) no me iba a permitir tener según qué horarios, eso sin contar la difícil situación por la que ahora atraviesa nuestro país y lo complicado que me iba a ser encontrar un trabajo.

Así que me puse manos a la obra y estructuré bien mis ideas en la cabeza.

  • Confianza. La seguridad en uno mismo es un elemento básico. A pesar del mazazo psicológico que supone el que te despidan, siempre tuve la certeza de que no había sido por haber hecho mal mi trabajo. Sé que soy una muy buena profesional, y así me lo han demostrado los clientes que he dejado atrás cuando les comuniqué mi salida del antiguo gabinete al que he pertenecido tantos años. Por eso he tenido siempre la seguridad de que puedo ofrecer un buen trabajo, en el ámbito de la información y la comunicación, y ahí tengo mi baza más valiosa.
  • Cerrar etapa. Dicen que cuando una puerta se cierra se abre una ventana. Que esa puerta esté bien cerrada es lo más aconsejable. Te permitirá que, mentalmente, estés centrada en lo que de verdad te importa en ese momento.
  • Información. Cuando tuve clara la decisión, mis primeras llamadas telefónicas fueron al Centro de la Mujer y a la Cámara de Comercio. Necesitaba toda la información para gestionar, llegado el momento, mi alta como autónoma o la manera más óptima para lanzarme a emprender y constituir mi propio gabinete de comunicación. A qué ayudas opto, cómo va a quedar mi prestación por desempleo, etc. Detalles que ni tú misma tienes en cuenta y que los profesionales adecuados te pueden ayudar a definir.

A esto hay que añadir el estudio del material con el que cuentas: si tienes un ordenador adecuado a lo que vas a hacer, cámara de fotos, impresora… Todo lo que necesites, ¿lo tienes?, ¿necesitas adquirir algo?

  • Crear tu propia imagen. La creación de un nombre para tu marca y de un logotipo son esenciales. Cómo quieres que te conozcan, qué quieres transmitir. Ha sido uno de los aspectos que más tiempo me ha ocupado. Una vez definida tu imagen, la creación de un dossier, con las fortalezas de tu empresa, los objetivos y los servicios que vas a ofrecer, ha sido el siguiente paso. Lo considero esencial como “carta de presentación” para tus potenciales clientes.
  • Dar ejemplo con tu marca. Crear una web con la que puedan conocerte y contactar contigo, además de tu presencia en redes sociales, con la publicación de contenido interesante, es también una carta de presentación esencial.
  • Conocer tus fortalezas y por supuesto tus debilidades. Conoces el sector, sabes qué controlas al dedillo y en qué cosas “flojeas”. Imprescindible enumerar esas debilidades y tenerlas muy presentes, formarte a través de cursos, de Internet, de personas conocidas (siempre, siempre hay alguien que sabe hacer aquello que tú desconoces, que te puede enseñar u orientar hacia lo que necesitas) y que esas debilidades dejen de serlo. Y por supuesto, potenciar tus fortalezas y demostrar por qué son tu punto fuerte.
  • Darte a conocer. Aunque sea el último paso después de este proceso de información, formación y construcción de tu proyecto, he de decir que yo he comunicado mis intenciones a todo aquel que me haya querido escuchar desde el minuto 1. Incluso a personas que he visto como potenciales clientes o que podían ser un eslabón para conocer gente, he ido contándoles mis progresos, mis ideas e incluso pidiendo opinión. Siempre encuentras distintos puntos de vista y, sobre todo, van viendo cómo sigues activa y con un proyecto que va muy en serio.

Y cuando ya lo tienes todo hecho, llamar, volver a llamar, solicitar reuniones…, en definitiva, darte a conocer.

Y después de estos pasos…, lo más importante: a trabajar, con muchísimas ganas y con una ilusión nunca antes conocida: ser tu propia jefa y la dueña del destino que te espera.