Cuando Cristiano Ronaldo retiró de la mesa en la que daba una rueda de prensa en la Eurocopa 2020 dos botellas de Coca-Cola, seguramente sabía muy bien lo que estaba haciendo, pero quizá no era consciente de la repercusión que ese simple gesto iba a tener a nivel mundial. A veces comunicar sin palabras es más potente que hacerlo  con ellas; un gesto, una mirada, una señal… pueden decir muchas cosas, y ahí estamos los medios de comunicación para lanzar al mundo ese mensaje no verbal que puede tener múltiples consecuencias…, o ninguna.

            Porque al fin y al cabo la comunicación es un acto de valentía; sí, eso es, una actividad de riesgo, de atrevimiento, de lanzarse al mundo, de transmitir tu mensaje, con todas las consecuencias. La cuestión es esta: ¿debemos dar voz a todo el que quiera lanzar su mensaje?; o quizá la cuestión sea esta otra: ¿qué responsabilidad debe tener un personaje público ante las consecuencias de lo que dice?, ¿debería hablar o actuar libremente?

            El acto de Cristiano Ronaldo provocó la bajada en bolsa de una empresa tan potente como Coca-Cola y, a nivel patrio, lo dicho por el ministro de Consumo, Alberto Garzón, sobre si comer o no comer carne, seguramente ha tenido sus consecuencias; como poco el enfado y la indignación del sector cárnico en España, del que viven muchísimas familias, y es probable que la caída del consumo de carne y las pérdidas económicas. ¿Un personaje público debe decir todo lo que piensa? En mi opinión, no.

Quizá debamos sopesar, como medios de comunicación que influyen en la sociedad, que crean opinión y que hasta pueden modificar ciertos comportamientos de la gente según qué cosas se comuniquen, si debemos ser el altavoz de cualquier opinión. Pero aunque nuestra ética se imponga, nos topamos con las redes sociales, con las cuentas personales de personas influyentes. Ahí sí se puede lanzar al mundo “lo que sea”; y no hablamos de censura, pero sí de ser conscientes de que nuestras palabras o nuestros gestos pueden remover muchas cosas o afectar a muchas personas.

Decía Gabriel García Márquez que “la ética debe acompañar siempre al periodismo, como el zumbido al moscardón”. Cuando un personaje público “utiliza” a los medios de comunicación para lanzar su mensaje, quizá nuestra ética nos haga cómplices, pero nuestra razón de ser nos deja contra la espada y la pared, porque somos la herramienta que transmite al mundo, la vía que da información; somos el canal, aunque a veces nos conviertan en arma. Interesante reflexión…, ¿nos utilizan o somos nosotros los que utilizamos?