Hoy la cosa va del lenguaje, la herramienta de comunicación más potente que conozco, y que manejo cada día siendo consciente que como periodista es un arma que influye, y mucho, que puede hacer que cambies de opinión, que juzgues, que admires, que repudies, que actúes…

            Dejo claro desde aquí que yo soy periodista, no lingüista, y que no trabajo para la RAE, ni para Fundeu, lo cual me daría unos conocimientos mucho más amplios sobre nuestra lengua de los que tengo, y desde aquí digo que es necesario respetar las distintas opiniones, las diferentes formas de pensar, pero lo que ni comparto ni respeto son las patadas constantes al lenguaje que, en nombre de la igualdad, se dan cada vez con más frecuencia. ¿Por qué?

            Y es que con muy pocos días de diferencia escuché a una influencer decir en sus redes sociales, mientras entrevistaba a un médico, “oyentes y oyentas” y, días después, la ministra Yolanda Díaz dijo “autoridades y autoridadas”. Mi sorpresa y mi indignación se dibujaron a partes iguales. Entiendo que haya mujeres que se sientan excluidas si alguien dice “buenos días a todos” o “esto está lleno de alumnos interesados en la materia”, y por eso decimos “todos y todas” o “interesados e interesadas”, por ejemplo. Aunque yo, siempre, abogo por la economía del lenguaje y la riqueza de nuestro idioma, que afortunadamente nos da un vocabulario muy amplio para designar a todo el colectivo al que nos queramos dirigir, como ciudadanía, profesorado, gente, alumnado, sociedad, y un largo etcétera, y en caso de que nuestro argumento no admita alguna de estas palabras, yo sigo abogando por el masculino genérico, por aquello que acabo de decir, la economía del lenguaje, pero siempre respetando quien no lo vea así y, dependiendo en según qué lugar te encuentres o para quién escribas, siempre tener presente cómo debes dirigirte.

            Pero lo de “oyentes y oyentas, autoridades y autoridadas” ha dejado en mí una impresión muy fuerte que ha dado para escribir este artículo y seguro que muchos más. Y dejo de lado el tema de la igualdad y mi opinión al respecto, pero pretender que con la invención de nuevas palabras o las “patadas” a nuestra lengua visibilizamos más a la mujer es, en mi opinión, un gran sinsentido.

            ¿Es que la “E” es masculino?, porque tal y como se han expresado la influencer y la ministra, parece que sí. Con este argumento tan vacío y tan inventado, si las que al decir “oyentes” se sienten excluidas y quieren escuchar “oyentas”, imagino que cuando vayan al dentista, si es hombre le dirán “dentisto”, o si un policía les está poniendo una multa se  dirigirán a él en unos términos parecidos a estos “disculpe señor policío, no me he dado cuenta de que estaba en doble fila”.

            El castellano no es tan simplista como para utilizar nuestra lengua solo con la idea de que “A” es femenino y “O” y “E” masculino. Aunque al final, cada uno que hable como le dé la gana, pero vuelvo al mensaje de siempre: que los personajes públicos, las redes sociales y los medios de comunicación ejercen una tremenda influencia sobre las personas y que si estas palabras inventadas se extienden, las dicen influencers, ministras, actrices, periodistas…, acabarán calando, acabaremos familiarizándonos con “oyenta” o “estudianta” y entonces nuestra lengua quedará maltrecha y muy dañada. ¡Por favor no permitamos que suceda!